Cada año, los especialistas recibimos en nuestros consultorios una mayor cantidad de parejas -que por lo general superan los 35 años de edad- afligidas porque a la hora de buscar su primer hijo se encuentran con una dificultad que no esperaban.
Una de las razones más frecuentes de esta situación, es que la fertilidad está estrechamente relacionada con la edad de la mujer. A partir de los 35 y sobre todo, después de los 40, las posibilidades de concebir pueden ser menores debido a la disminución de la cantidad y calidad de los óvulos. Estas células no se “producen” todos los meses, sino que las mujeres nacen con aproximadamente un millón de ellas en los ovarios y a lo largo de la vida fértil se ovulan sólo entre 400 y 500. Esto significa que los óvulos con el tiempo envejecen y disminuyen, por lo tanto, cuando se acerca la cuarta década, la salud reproductiva no es óptima como lo era en la primera juventud.
Hoy en día el inconveniente reside en las numerosas razones que llevan a las mujeres a dejar para más adelante el deseo de ser madres. Una de ellas es el temor a que un bebé, y todo lo que su cuidado conlleva, complique otros objetivos personales, tales como desarrollar una carrera profesional, instalarse en una casa propia, consolidar una pareja o viajar por el mundo. Por supuesto que estas exigencias que deseamos satisfacer antes de tener un hijo muchas veces son demasiado ambiciosas para ser realizadas en la veintena. Esto diferencia a nuestra generación de la de nuestras madres y abuelas, que probablemente a los 20 ya tenían uno o más niños.
Esta realidad a la que se enfrentan las mujeres no debe significar que se deba renunciar a las metas personales y profesionales, ni mucho menos a la idea de ser madres. Se trata de abordar la decisión con conciencia de que el reloj avanza, equilibrando el trabajo y las aspiraciones de realización personal. Lo ideal es que se elija el momento ideal para buscar un bebé, para transitar contenidas e informadas esta etapa.
Es importante destacar que si la mujer se propone por primera vez el reto de concebir cuando se está acercando al fin de su etapa fértil, y durante un período de 6 meses no lo logra, es conveniente la consulta al profesional experto. Si bien es normal tardar hasta un año en concebir un bebé de forma natural, a partir de los 35 años de edad de la mujer, es recomendable consultar al médico tras 6 meses de búsqueda infructuosa.
Una vez que confirmamos la necesidad de los tratamientos no hay que desanimarse. Hace ya más de tres décadas que la fertilización asistida es una especialidad en constante crecimiento. No se trata de un solo método sino que existe una variedad que va desde opciones de baja complejidad, como la inseminación intrauterina, (mediante la cual se depositan espermatozoides seleccionados directamente en el útero, con un procedimiento mínimamente invasivo) hasta las de alta complejidad, tales como el ICSI y la Fecundación in Vitro (en las cuales se forman los embriones en el laboratorio y luego son transferidos al útero).
En los casos más complicados, en los que la mujer no cuenta con óvulos saludables, se puede recurrir a la ovodonación, una alternativa mediante la cual se puede vivir también la maravillosa experiencia del embarazo.
En conclusión, aconsejamos no dejar de lado ninguno de los sueños que se nos presentan a lo largo de los años, pero incluir siempre el deseo de ser mamás en la planificación de nuestra vida, para poder abordarlo con salud, conciencia y alegría.